FYTO MANGA: DERRETIDO POR CANDY.
"Si me buscas tú a mí, me podrás encontrar... yo te espero a-a-quí... este es mi lugar..."
"Era una especie de canto de sirena el que animaba la aparición de Candy en la pantalla. Ella, engendro ideado por dos mujeres (Yumiko Igarashi, dibujo y Kyoko Mizuki, Guión) se veía rubia, simpática y sufrida. Durante los '80- y, hasta hace pocos años, - conmovió a muchísimas niñas en Chile y de paso inflamó con sus falsas melodías y su actitud rebelde, el apasionado corazón del dibujante Fyto Manga.
Fyto, uno entre pocos, se enamoró de Candy, una de esas niñas de ojos inmensos. Pero sobrevivió al dolor.
Ya no tiene memoria de cuando empezó a dibujar, pero si que lo hizo impulsado por su abuela. Tampoco olvida sus primeros coqueteos con el que sería su "amor platónico".
"Empece a introducirme en el mundo de la animación japonesa y del manga gracias a Candy. Fue un paso que di por puro amor, aunque parezca ridículo. Me enamoré perdidamente del personaje. Yo ya dibujaba cómics antes, desde hacía años, pero el manga me era desconocido hasta entonces.
"Cuando exhibieron la serie por primera vez en Chile, en 1982, el personaje me gustó, pero como una simple curiosidad infantil. Fue después, cuando repitieron la serie en 1987 que me enganche con ella, de casualidad... comencé a verla mas que nada porque soy un romántico a hurtadillas, nunca pensé que la serie me volaría la cabeza... y el corazón, poco después.
Esa idea "Tezukiana" del ojo gigante, que se llenaba de lagrimas, el argumento intrincado, el diseño, el layout, en fin, todo lo que había en la serie me convencieron de que ese era el tipo de historieta que debía seguir.
Pero sobre todas las cosas estaba la pecosa que le daba vida al invento animado. Era la mina perfecta, ¡Y la media mina! Independiente, fuerte, luminosa, alegre, rebelde, que sé yo... y era rica."
La polola del dibujante (ahora su esposa), presente en la entrevista, sonríe. También pertenece a la generación de Candy-La princesa Caballero-Mazinger Z y por si fuera poco, esta aprendiendo japonés. A través de esas clases fue que conoció a su querido dibujante. Esta amada real comprende la pasión que Fyto siente por la amada virtual y lo deja explayarse.
"Era una época joven, donde aún no había aprendido mucho del amor. Imagínate, yo era un lolo palanca que dibujaba, sin mucho poder ni atractivo para atraer mujeres, y sin embargo lo de Candy significaba la vuelta de tuerca ideal para sentirse enamorado, apasionado. Llegué incluso a conocer a una chica idéntica al personaje, rubia, de ojos verdes, pecosa, etc. Durante un tiempo la seguí como obsesionado con la idea de que el personaje se había encarnado, me escondía para verla, porque sentía un miedo atroz a acercármele, pero al final, cuando tuve la oportunidad, fue un fiasco... en la parte mental, no era igual en lo absoluto. Fue una experiencia dura, pero ya no importa."
Ha dibujado a Candy desnuda, moderna, clásica, en el futuro y en el espacio, realista o como caricatura. En cómics, inmersa en historias inocentes e ingenuas o en indecentes cuentecillos pornográficos. La ha dibujado en todas las maneras y formas posibles, incluso muerta...
Contrariamente a lo que se podría creer, su particular afición jamás le causo problemas escolares. Piensa que fue respetado porque era un artista.
"Los típicos giles que llegaban a molestarme cuando estaba dibujando se iban con la cola entre las piernas, y es que, humildades aparte, yo dibujaba tan bien, que mi trabajo los obnubilaba y los dejaba mudos. Fue una buena defensa contra los matones"
Estudió Comunicación Audiovisual y actualmente trabaja haciendo animación computacional en 2D 3D. Con lo que gana completa su ya bastante surtida biblioteca tanto de manga como de otros cómics: "No solo de manga vive el hombre. Durante años he descubierto a dibujantes occidentales que también me han cautivado, como Juan Giménez, Moebius, Jack Kirby, Neal Adams, Manara, Serpieri, etc...
"Entre los japoneses, sin duda que Katsuhiro Otomo es mi máximo dibujante. Toda su obra es para mi lo mejor que se ha publicado en Japón, y Akira es mi Biblia, mi manual de referencia, mi libro guía para hacer y deshacer."
"Y entre los dibujantes chilenos, los clásicos Mario Igor, Themo Lobos y Julio Berrios. Entre los jóvenes admiro el arte de colegas como Mauricio Herrera, Rubén Montecinos y Felix Vega.
"Pero no puedo dejar de mencionar a Máximo Carvajal, el gran dibujante chileno. Él me enseñó todas las técnicas del cómic, los secretos para llegar a ser un dibujante de cómics de verdad. Sin su apoyo, yo no sería ni la mitad de lo que soy ahora."
En 1994 Fyto crea su propio fanzine: BANZAI! MANGA (Viva el manga!) comenzó como una revistilla a base de fotocopias y bien pronto se convirtió en un magazine profesional impreso, con portada a color y más de 120 páginas. "Aparte del mío, publiqué el trabajo de muchos otros dibujantes, como Paulo Toledo, que firmaba como K-MAO, los hermanos Santander, a la Jade y a Zina Waisman las mejores chicas mangacas de Chile, y a mi compadre Kobal, el dibujante mas distorsionado del planeta."
"Con esa revista encontré muchos talentos, demasiados tal vez."
¿Temores?
El de encontrarse con el fantasma de la "crisis moral". Ya bastante tiene Chile con la crisis editorial, dice.
"Entre los años 1988 y 1990, salieron muchas revistas de cómics en Chile, como Trauko y Matucana. En estas revistas los artistas mezclaban elementos propios del mundo adulto, como dramatismo, sexo y violencia. Eran elementos nuevos y demasiado radicales para una sociedad casi sin cultura historietística. La gente sin saber, compraba estas revistas y decía "¡Qué horror, pornografía!" Trauko acabo muriendo por escándalos relacionados con el tema".
Como dibujante de manga, Fyto, en los '80, debió enfrentar las criticas de sus colegas. Lo instaban a hacer algo "nacional", aunque muchos de ellos no salían de los modelos europeos. Insistió en sus gustos a pesar de las presiones y no cejo en sus intentos por publicar su trabajo.
"Me convertí en el primer dibujante latinoamericano que aplica al 100 por ciento la técnica del manga en su trabajo. Corría 1987, era una época donde uno decía "manga" y nadie entendía nada de nada. Mira ahora el boom que estamos viviendo ahora.
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